miércoles, 24 de enero de 2007

Todos perdemos, todos

Juan Ríos Vicente


Deleznable. Lamentable. Unilateral. De esta forma está siendo tratado el tema de las revueltas juveniles en Alcorcón, que, más que una noticia, está convirtiéndose en una llamada a la venganza. Vamos a hacer un repaso a ciertos clásicos que hablaron sobre ella, y llegaremos a una conclusión bien distinta a lo que vemos y oímos en la televisión de boca de los alcorconeros. No es cuestión de hacer ‘buenos’ y ‘malos’ en esta historia, pero tampoco todo –vuelvo a repetir– es lo que se ve y vive desde los medios.

Imperio Romano, Marco Aurelio decía que el mejor modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele; algo que corroboró después Goethe: la venganza más cruel es el desprecio de toda venganza posible.
Finales del siglo XVI, Gran Bretaña, el filósofo y estadista sir Francis Bacon apuntó que vengándose, uno se iguala a su enemigo; perdonándolo, se muestra superior a él. Algo más tarde, desde Italia Pietro Metastasio no dudaba al decir que usar la venganza con el más fuerte es locura, con el igual es peligroso, y con el inferior es vileza. Y para citar palabras ilustres artistas como las del dramaturgo Jacinto Benavente, decir tan sólo que si murmurar la verdad aún puede ser la justicia de los débiles, la calumnia no puede ser otra cosa que la venganza de los cobardes.

Alcorcón –el sector joven– grita a plena voz que están siendo atacados diariamente por grupos extremistas latinos, los latin king y los ñetas. Y lo hacen a través de sms y totales de televisión sin dudar un momento en mostrar a las cámaras sin ningún pudor los cuchillos y amenazas. La violencia no debería tolerarse, pero ni por parte de los grupos latinos ni por la nuestra; ya que, si nos regimos por la ley del Talión, este clima de crispación no hará más que agravarse.

No tenemos la justicia en nuestra mano, aunque a veces la coyuntura social nos sitúe en un marco que nos afecte directamente, y la venganza primera se ha convertido en un odio, que, aludiendo otra vez a los clásicos, no es más que la venganza de un cobarde intimidado. Aquí no se trata de defender a nadie, porque son iguales el que pega y el que responde pegando; y al sacar el cuchillo a la calle perdemos toda la credibilidad posible en nuestra causa.

Alcorcón –la ciudad– ha acudido a los medios para decir que la suya no es una ciudad de enfrentamientos, que son sólo pequeños grupos los que cometen las fechorías, pero nada de pedir dinero para jugar en las canchas o para moverse simplemente por la zona. Además, tampoco se le ha dado voz a ninguno de estos grupos para que exprese su apreciación de los hechos. ¿No convierten –esperemos que no intencionadamente– los medios la noticia en una mera forma de posicionamiento social al expresar sólo una parte del cometido?

Si no somos racistas, tampoco lo seamos ahora, que es tan mala la sangre en la acera tanto si es de un español como de un sudamericano, diga lo que diga la gente. Que luego nos gusta llenarnos la boca pidiendo libertades y paz, y NO a los neonazis y NO a los ultranacionalismos… No se hace a cambio de palizas. Aquí no hay ni buenos ni malos si el caso es quedar un sábado y acuchillarse vivos, por muy duro que parezca. ¿A qué vienen los ataques a los policías que sólo están allí para evitar una ilegalidad? Dejemos que cada uno haga su trabajo de la mejor forma, y así ganaremos todos, pero no nos aferremos a la justicia del ojo por ojo porque retrocedemos unos cuantos siglos y volvemos a convertirnos en bárbaros. Si ellos lo son, nosotros no. Y quien se venga después de la victoria es indigno de vencer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo que sí está claro es que todo el lío este ya tiene una consecuencia, a la espera de otra:
- Primero la kale borroka, que ya deja de ser noticia en los medios para centrarnos en el vandalismo de Alcorcón como si fueran terroristas.
. Segundo, esperemos que estos sucesos no signifiquen un efecto llamada en las demás provincias, que, seguramente, lo será para pena de todos.