miércoles, 24 de enero de 2007

Racismo o problemas de convivencia

María José C. Espuny

Lo sucedido en Alcorcón ha causado la sorpresa de los ciudadanos ante tanta acumulación de violencia y el desbordamiento de agresividad en cientos de jóvenes, posiblemente poco poseedores de inteligencia. La culpa de lo que ha pasado en Alcorcón, no es de nadie pero a la vez es de muchos. Sin embargo, debemos considerar que la integración social no debe ser un proyecto para debatir en el Congreso sino una situación que se está desarrollando en nuestros días. La paz de la que gozaba esta población, bastante habitada por trabajadores y familias, planteada como una ciudad-dormitorio del área metropolitana de Madrid, no reflejaba esencialmente una convivencia maravillosa entre la juventud nacida en este municipio y la inmigrante, que en su mayor parte, proviene de Latinoamérica. En Alcorcón, hasta el momento, nadie ha arremetido contra el sistema como si ha sucedido en París. A pesar de ello, hay grupos radicales que pierden su tiempo organizando concentraciones para el próximo fin de semana porque pretenden revivir lo sucedido y terminar con el asunto. En Alcorcón todo empezó entre dos jóvenes por una misma mujer. Lamentablemente, cualquier causa es motivo de violencia en nuestra sociedad ¿Cuál será la próxima motivación? ¿Será en Alcorcón o en otra ciudad española? Desde el sábado no se deja de hablar de racismo y xenofobia lo cual son palabras muy acertadas para definir lo sucedido. Sin embargo, hasta ahora en las ciudades-dormitorio de Madrid no se habían manifestado actitudes contrarias a la inmigración. Tal vez no estemos ante un problema racial sino ante un problema de convivencia entre culturas que necesita un periodo de adaptación.

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