jueves, 1 de febrero de 2007

El fumador social

María José Cabello Espuny

El tabaco es una de las adiciones más poderosas que se conocen. De no ser así, no se explica que una sustancia tan perjudicial siga contando con tantos adictos.
La mayoría de las personas fuman por razones diferentes a horas diferentes. Las razones para fumar incluyen problemas psicológicos, hábitos, presiones sociales y dependencia física a la nicotina.
Además, hay diferentes tipos de fumadores: fumar para parecer mayor, fumar por hábito o costumbre, fumar para liberar tensiones o fumar cuando se está rodeado de gente, son algunos de los tipos que desarrollaremos a continuación.

Fumar para parecer mayor. Se da entre los adolescentes que encuentran en el tabaco una forma de aparentar más edad y por consiguiente, mostrar ante el grupo que se está más experimentado.

Fumar por hábito o costumbre. Este es el que fuma después de cada comida, el que cada mañana compra el número de paquetes que consumirá a lo largo del día. Es el que fuma y no sabe porque. Se siente completamente adicto a la nicotina, ni libros para dejar de fumar, ni terapias psicológicas, consiguen resultar exitosas para terminar con esta adición.

Fumar para liberar tensiones. Este es el que piensa que el tabaco le relaja cuando está estresado, nervioso o padece ansiedad, algo completamente equívoco, puesto que la nicotina incrementa estos estados de ánimo.

Fumar cuando se está rodeado de gente. Este es el último tipo de fumador que voy a tratar. A pesar de ello, podría introducir muchos más, puesto que cada persona tiene un motivo para encender un cigarrillo. Unos dan razones más convincentes que otros, pero el que fuma sabe porque lo hace, porque lo quiere seguir haciendo y porque no puede dejar de hacerlo.


Fumar cuando se está rodeado de gente, lo llamaremos “fumador social”. Es el menos común de todos los anteriores, pero cada vez empieza a tener más adeptos.
La dependencia a la nicotina puede ser mayor o menor. Hay fumadores que no son dependientes, sólo son fumadores sociales, y no tienen nada que ver con los dependientes de la nicotina.

El fumador social es el que necesita desarrollar un contexto para prender el cigarrillo. Solamente fuma en determinados ambientes y estos son escogidos por el mismo. No es el mono quien decide por ti, sino tú quien decide.
El fumador social consume cuando está rodeado de gente, en un bar o discoteca, con una copa en la mano izquierda y un pitillo en la derecha.
Es el que piensa que fumar no es un vicio, sino un complemento para determinadas ocasiones.
El fumador social, es el que fuma porque le apetece y cuando le apetece, no por hábito o costumbre simplemente lo hace cuando se siente feliz y se lo pide el cuerpo.

Jamás fumará en los lugares en los que esté prohibido, ni tampoco saldrá a la puerta para prender un cigarrillo. No fumará cuando esté estresado, tampoco lo hará en la interminable espera del transporte público, ni cuando está nervioso, ni cuando tiene problemas. Nunca encenderá un pitillo en su casa después de comer, puesto que el olor que deja, no le gusta. Nunca fumará aunque le ofrezcan si a él no le apetece.
Fumar por norma le sienta mal, le produce mareos, nauseas. No lo echa nunca de menos, pero si sale de fiesta no podrá sentirse plenamente bien sino compra un paquete.
Puede fumar una cajetilla entera en pocas horas si está hablando con amigos y divirtiéndose. Sin embargo, podrá pasar días, semanas e incluso meses sin fumar y no padecerá el síndrome de abstinencia. A pesar de ello, volverá a consumir el día que su cuerpo se lo pida a gritos, el día que el contexto sea el adecuado y él, no pondrá impedimentos para resistirse a la tentación, porque sabe que fumará hoy pero mañana no lo echará de menos.

Si hay algo de lo que goza el fumador social es que no tiene que liberarse de la esclavitud del tabaco y está muy alejado del fumador empedernido.
Disfruta de una vida plena, en la que él decide cuando le apetece y cuando no.

No le importa que la ley haya restringido las zonas para fumar, puesto que siempre habrá un lugar en el que se desarrolle el contexto que él necesita para encender un pitillo.

Le agrada el sabor y el olor del cigarro si se siente feliz. La combinación de alcohol y tabaco le produce un placer inefable. Fumar y beber, charlar y hablar, el fumador social se enorgullece de ser fumador, porque no es habitual tener la sartén por el mango con el tabaco y está convencido de que fumar…le alarga la vida.

1 comentario:

Willy Bazán (willybaz@arnet.com.ar) dijo...

Excelente! es absolutamente mi caso gracias a Dios después de haber sido adicto al tabaco durante muchos años. Saludos y felicitaciones!!!